20/9/11

Construir

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De alguna manera, el hombre vive. Se define "vivir" según las características del hombre, por lo que, aunque sea un término confuso, indefinido, podemos garantizar que el hombre medio vive.

El hombre se pregunta el porqué de su vida, al razón. "Porqué" es un término que define una razón, una causa, y que no se define a través de nuestro propio sentido. Algo que tampoco existe en la naturaleza, dónde son cientos de causas difusas las que propician un hecho. No es probable que el hombre tenga ninguna razón por la que vivir, realmente.

Si existiese, en potencia, tal razón, deberíamos construirla nosotros mismos. Nosotros creamos el término "razón", como la causa principal, la causa consciente de algo. Así que es nuestra responsabilidad decidir cuál les nuestra razón, nuestra causa principal, construirnos un sentido.

Sea como sea, en esta posibilidad de elegir y decidir, de tomarnos la definición por nuestra mano, tenemos uno de los mayores poderes del hombre. Podemos elegir cualquier razón, o no elegir ninguna. Podemos vivir por inercia o por amor. O por sabiduría. No está marcado, nadie lo ha escrito ni lo escribirá.

Pero morir, porque se tomó muy en serio una razón diseñada por uno mismo... es sencillamente absurdo.

16/9/11

Creación

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Me gustaría aplicar, a modo de ejemplo, lo que supone que nuestro lenguaje sea solo una representación de la realidad, y qué errores puede propiciar.

En general, existe una discusión ligada directamente a la discusión sobre dios, el debate sobre la "creación". Muy comúnmente uno desemboca en el otro, así que podemos considerarlos como conectados.

No me meteré a discutir ahora la creación del universo. No voy a decir si creo que se creó de manera consciente, si fue aleatoria, o cómo sucedió exactamente. Por una simple razón:

Yo NO tengo nada que me indique que el mundo fue "creado" jamás.

7/9/11

Definiciones

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Es importante ser conscientes de lo que supone el lenguaje articulado y nuestro conocimiento "representativo" (resumimos la realidad con conceptos) a la hora de pensar.

El reducir la realidad a entes y relaciones nos permite avanzar a pasos agigantados. Nos permite prever estados futuros de la realidad y actuar en consecuencia, así como recordar y manejar estados pasados (la información relevante de estos, al menos). Sin embargo, es vital ser conscientes de que la realidad no es así, de ninguna manera.

La realidad, a nuestro nivel, se compone de cientos de millones de partículas colisionando entre sí continuamente. En el fondo, es solo eso. Y, aunque llamemos a una masa de partículas "mesa", aunque la tratemos con ese término, su realidad física no sufre alteración alguna. No hay un ente mágico, un conjunto sólido que sea una mesa, sino que somos nosotros los que ponemos ese nombre a aquello que genera una cierta alteración en nuestros sentidos. Y no modificamos con el término al ente real, pero sí que modificamos nuestra comprensión de dicho ente.

Y he aquí la clave del asunto. Que, siendo nosotros mismos los que creamos el lenguaje, los que manejamos las definiciones, no debemos limitarnos a ellas. Podemos, y debemos, alterarlas, modificarlas, actualizarlas. Hacerlas evolucionar, junto con nuestro conocimiento y nuestra razón.

Debemos entender que no son términos estáticos y absolutos, que ni tiempo ni espacio son sino términos creados por el hombre, que pueden variar y cambiar.

4/9/11

Misión

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En mi opinión, existen dos misiones para el hombre moderno, dos tareas qeu deberíamos realizar si queremos poder decir "hicimos algo, y por ello se nos recordará":

-Debemos llenar el mayor hueco de nuestra cultura, debemos crear un lenguaje artificial, inteligente, lógico, que facilite la discusión y observación científica. Un lenguaje que nos permita comportarnos como un solo ente, que nos permita hablar de nuestra raza como una unidad y que extrapole el concepto de "supervivencia" del hombre particular (forzosamente mortal), al hombre general (quién sabe si eterno).

-Debemos unificar nuestro conocimiento. Poner por escrito los logros del hombre, aquellos descubrimientos que tenemos por seguros y que no admiten discusión (aparentemente). Debemos no solo redactar las teorías, sino explicar las razones que nos llevan hasta ellas, en profundidad. Y debemos educar a los primeros "hombres del mañana", personas que solamente aprendan de nosotros los contenidos de semejante biblioteca y el lenguaje que les sirva de herramienta. Personas que no cometan nuestros errores, que no desarrollen nuestras debilidades.

Esas personas serán nuestro futuro. Servirán para enseñarnos en qué fallamos y en qué acertamos, para juzgarnos y construir desde ellos una raza fuerte, única, de hombres que colaboren y no se destruyan mutuamente.