Hoy en día cada vez vivimos más en Internet. El ordenador no se apaga nunca, el smartphone no se aparta de nuestro regazo. La sociedad de la información, le llaman.
Lo que vivimos es un cambio, una pequeña revolución. El cerebro cambia, se adapta. La prioridad ya no es sobrevivir, es hacerse un hueco en el mundo digital. Donde antes se multiplicaban (genéticamente) los aptos, ahora se multiplican (ideológicamente) los bien conectados.
En esta evolución cambian las prioridades. La vida humana, como ya hemos visto, no tiene un sentido claro. La evolución, de la misma forma, no tiene un objetivo. Es algo que, simplemente, sucede.
Sin embargo, en cada cambio hay una posibilidad, siempre, de desaparecer. De fracasar, de morir (si se considera la extinción como fracaso), si no se tiene cuidado.
Ahora que ya conocemos el cambio de paradigma, ahora que somos conscientes del riesgo, sólo queda plantearnos: ¿Podemos evitar la extinción? ¿Queremos evitarla?
Dejo la pregunta a responder. Cada cual, que tome sus decisiones.
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